Sin testigos ni defensa, el movimiento LGTBI ha sido declarado “extremista” por el Tribunal Supremo ruso en una sesión a puerta cerrada donde solo han estado presentes los representantes del Ministerio de Justicia, el departamento que instigó que las personas de este colectivo sean incluidas a partir de ahora en la misma lista que los terroristas. Es la última iniciativa del Kremlin, por ahora, contra esta parte de la población después de haber prohibido el cambio de sexo ―un derecho reconocido la ONU― y haber criminalizado hablar en público a favor de los homosexuales por ser “propaganda contra los valores tradicionales”. Una vez entre en vigor la medida, que según la organización LGTBI Pervy Otdel no será antes del 10 de enero, todos los activistas de organizaciones LGTBI correrán el riesgo de ser condenados penalmente.
La condena por extremismo contempla penas de hasta 12 años de prisión. Según las organizaciones LGTBI, manifestarse con la bandera arcoíris, participar en actos de este colectivo o ver un canal de Telegram en público, por ejemplo, en el metro, podrían ser un motivo para ser detenido. Por ello, han instado a todos los rusos a borrar este tipo de contenido en sus cuentas personales de las redes sociales.
Uno de los objetivos que persigue el Kremlin con esta iniciativa es relegar al ostracismo a las plataformas defensoras de los derechos LGTBI. Nada más conocerse el anuncio del Supremo, estas han perdido entre cientos y miles de seguidores en las redes sociales porque cualquier relación con “organizaciones extremistas” puede ser considerado un delito en Rusia.
Los activistas han tratado de tranquilizar al colectivo, cuya libertad de expresión es atacada desde hace años. “Incluso en las más amplias interpretaciones jurídicas [de este fallo], el solo hecho de tener una identidad de género y una orientación sexual no implica ser acusado de extremista”, ha recalcado en un comunicado la plataforma de abogados Vyjod (Salida, en ruso).
La sesión del Tribunal Supremo fue declarada secreta. Los periodistas solo pudieron escuchar el fallo. Decenas de medios y canales independientes rusos han mostrado su solidaridad con los activistas con la inclusión de la bandera LGTBI en sus logotipos.
“Incitación al odio social y religioso”
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El Ministerio de Justicia ruso puso como pretexto para declarar extremistas a las personas de este colectivo que supuestamente “incitan al odio social y religioso”. De hecho, el Kremlin acusa a Occidente de defender los derechos de las personas LGTBI con la supuesta intención de desestabilizar Rusia, e intenta justificar así la discriminación contra el colectivo.
Esta misma semana, en la sesión anual del ultranacionalista Consejo Mundial del Pueblo Ruso, el presidente, Vladímir Putin, volvió a insistir en que la guerra en Ucrania también incluye la defensa de lo que considera el Mundo ruso, una civilización que abarcaría más allá de sus fronteras, y los “valores tradicionales” frente al modelo social de Europa y América. “En Occidente no solo practican la cancelación cultural, sino que han abolido la educación en las humanidades. Como resultado, su cultura y su educación se vuelven primitivas. Muchas materias clásicas han sido eliminadas de los planes de estudios occidentales para ser reemplazadas por algo de género y pseudociencias”, afirmó el mandatario en presencia del patriarca de la Iglesia ortodoxa Rusa, Kiril, ante quien defendió también la familia tradicional, “no solo como la base del Estado y de la sociedad, sino como una fuente de moralidad”.
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