La noche fue larga en Oliva, una localidad con playa al sudeste de Valencia en la que se encontraron a lo largo del día las jugadoras de la selección. Cuando aparecieron las últimas, venidas desde Barcelona, comenzó, poco antes de las once de la noche, una reunión que se extendió hasta las cinco de la mañana. Un cónclave tenso y de difícil digestión para las jugadoras, que asistieron obligadas a la llamada del equipo nacional, pero que acabó resolviéndose de la mejor de las maneras. La mayoría de las futbolistas convocadas el lunes por la seleccionadora nacional, Montse Tomé, han mostrado finalmente su “voluntad” de quedarse en la concentración de España. De las 23 seleccionadas, 21 viajarán a Gotemburgo para medirse a Suecia en el inicio de la Liga de Naciones, según ha confirmado en la madrugada de este miércoles el presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), Víctor Francos, tras reunirse durante horas con el equipo en el hotel Nova Beach de la localidad valenciana, donde están concentradas.
“Tengo que ser sincero, las jugadoras están en un momento complicado y creo que es una buena noticia decir que la selección femenina disputará los dos partidos [frente a Suecia y Suiza] con garantías y victorias”, dijo Francos. El dirigente ha recalcado que dos futbolistas “han solicitado la posibilidad de abandonar la concentración por razones de falta de ánimo y malestar personal” y que se ha buscado una fórmula que no conlleve sanciones. Esa fórmula, ideada por el propio CSD, pasa por que la seleccionadora Tomé desconvoque a aquellas que no quieran seguir en el equipo y las deje marchar de vuelta a casa, de modo que no incurrirían en ningún tipo de falta grave, como contempla la Ley del Deporte.
“La primera cosa que les hemos transmitido es que quien no estuviese a gusto por la razón que sea que supiese que no se va a encontrar ni en la federación ni en el CSD con un proceso sancionador”, ha sentenciado. Además, ha explicado que en su presencia, el cargo de Montse Tomé “no ha estado en el debate”, y que la reunión ha transcurrido en un “tono amable” y donde todas las partes pudieron “hablar con absoluta libertad”.
El presidente del CSD ha explicado que las futbolistas y la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) han llegado “a una serie de acuerdos redactados y firmados por la RFEF y el CSD, que irán en conjunto”. Así, se constituirá “una comisión mixta de tres partes para poder hacer un seguimiento de estos acuerdos”; detalló, además, que los que “afectan” meramente a su organismo tienen que ver con temas de “políticas de género, de avanzar en la igualdad de salarios o la calidad de las infraestructuras”.
Francos ha subrayado que las jugadoras habían mostrado “su preocupación ante la necesidad de hacer cambios profundos” y que la federación “se ha comprometido a hacerlos de forma inmediata”, aunque no ha querido aclarar ninguno en concreto y ha emplazado a que sea el organismo el que los comunique.
La presidenta del sindicato de jugadoras Futpro, Amanda Gutiérrez, tampoco ha querido explicar qué cambios han acordado entre las partes para desbloquear el conflicto, aunque sí ha resaltado que las futbolistas han conseguido ahora el compromiso por escrito de sus reivindicaciones, tal y como venían reclamando en los últimos días.
Día de incertidumbre
La inmensa mayoría de las jugadoras de la selección española no querían estar concentradas. Ni en Madrid, donde empezaron algunas, ni en Oliva, donde se reunieron todas anoche en un cambio de planes de última hora que las alejaba del foco mediático de Las Rozas, pero también de aquellos dirigentes federativos —por ejemplo, Andreu Camps, secretario general, la cabeza más deseada por las mundialistas— con quienes no quieren volver a tratar desde que estallara el caso Rubiales, después de que el ya expresidente de la RFEF besara sin consentimiento a la delantera Jenni Hermoso y nadie en el seno del organismo le diera a la jugadora el mínimo espacio de protección.
Las 23 futbolistas convocadas, 19 de las cuales habían firmado un comunicado en el que demandaban cambios estructurales en la federación antes de volver a enfundarse la Roja, no tenían el ánimo. Pero respondieron. Todas, salvo Esther González, jugadora del Gotham (EE UU), que causó baja por lesión y ha sido sustituida por Cristina Martín-Prieto. Las primeras en llegar fueron las que venían de Madrid; las últimas, las que aterrizaron desde Barcelona, y con retraso, en el aeropuerto de Manises, incluidas dos de las más beligerantes con la federación: Patri Guijarro y Mapi León, que no se mordió la lengua al asumir que viajaba “obligada”.
Esta nueva negativa de las jugadoras a ser convocadas se explica por la crisis abierta desde que Rubiales le plantara un beso en la boca a Hermoso en plenas celebraciones por el Mundial. Pero también tiene mucho que ver con el inmovilismo y la incapacidad de la federación de asumir que las futbolistas y la sociedad exigen sacudir los cimientos de un organismo gobernado de manera caciquil por los dirigentes territoriales, empeñados en perpetuar su statu quo más que en responder a las demandas de los deportistas. Desde el caso Rubiales, de la RFEF apenas han salido el propio expresidente, que dimitió tres semanas después, y el que fuera seleccionador, Jorge Vilda, pero no ha caído ninguno de los cargos federativos a quienes las futbolistas señalan por su proceder, a quienes acusan de coacciones a Hermoso, presiones y unas maneras de hacer machistas.
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