El déficit público volvió a bajar en octubre en comparación con el mismo periodo de 2022. Según el Ministerio de Hacienda, la diferencia entre los ingresos y los gastos de las administraciones se redujo en más de un 3% en el décimo mes del año, hasta los 19.178 millones de euros. Esta cifra supone un 1,31% del PIB, un porcentaje que, a dos meses que termine el ejercicio, deja todavía mucho margen para que se cumpla la previsión que tiene el Gobierno y que ha comprometido con Bruselas, del 3,9%. Sin embargo, es justo entre noviembre y diciembre cuando el desfase presupuestario suele engordar y, si las finanzas públicas evolucionan de una manera parecida a la del año pasado, el desajuste superaría el 4%.
En 2022, el agujero presupuestario se multiplicó por más de tres en la recta final del año. Si se aplican a las cifras mensuales disponibles hasta hoy las mismas tasas de crecimiento de entonces, el cierre presupuestario de este ejercicio rondaría el 4,1% del PIB. Aunque se trata de un dato que hay que usar con precaución, porque los saldos mensuales son volátiles y diciembre suele pesar mucho, hay organismos que también sitúan el déficit de 2023 por encima de las previsiones oficiales.
La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) es uno de ellos. Sus cálculos apuntan a un desfase del 4,1% del PIB para el ejercicio, un pronóstico que ha mantenido a lo largo de los últimos meses y que acaba de revalidar en su seguimiento del objetivo de estabilidad, publicado la semana pasada.
El Banco de España, al contrario, perfila un resultado ligeramente mejor al dibujado por Hacienda. En sus últimas proyecciones macroeconómicas, publicadas esta semana, sitúa el déficit en el 3,8% para el año, aunque alerta de que el crecimiento de la recaudación, sobre todo de los impuestos indirectos —como el IVA o los tributos los carburantes—, sigue perdiendo fuelle.
La reducción del déficit prevista por Hacienda supondría un recorte de casi un punto porcentual con respecto al cierre presupuestario anterior (4,8%). De esta manera, los números rojos de España irían transitando hacia el ansiado 3% del PIB, que es la meta fijada por el Gobierno para 2024 y el umbral a partir del cual se activa el brazo correctivo de Bruselas, que volverá a estar vigente a partir del próximo año con el foco puesto en los países europeos con las cuentas más maltrechas como España.
Las reglas fiscales europeas fueron suspendidas con el estallido de la pandemia para que los Estados miembros pudieran gastar a manos llenas para sostener la economía sin incurrir en un incumplimiento y sufrir procedimientos de ajustes. La cláusula de escape —así se define en la normativa comunitaria la posibilidad de suspender el marco presupuestario en caso de eventos extremos— se volvió a invocar con la invasión rusa de Ucrania y el caos económico que provocó: problemas de suministro, inflación por las nubes por la crisis energética y un progresivo encarecimiento de la financiación por la subida de los tipos de interés.
En 2024 el escenario será distinto. El marco fiscal volverá a estar en vigor, aunque de forma algo distinta a la época precovid. Los socios europeos acaban de llegar a un acuerdo para que el esquema tenga algo más de flexibilidad, gracias a la introducción de planes de ajuste plurianuales diseñados a medida entre los países afectados y la Comisión Europea. España ya ha recibido un toque de atención del Ejecutivo comunitario, que le ha recomendado limitar el crecimiento de su gasto primario y le ha avisado de que la próxima primavera le abrirá un procedimiento por déficit excesivo a la luz del cierre presupuestario de este año. El dato definitivo no se conocerá hasta el próximo marzo.
Un 5,5% más de recaudación
Los ingresos por impuestos dieron un salto interanual del 9% en noviembre, según el informe mensual publicado por la Agencia Tributaria este viernes. En el acumulado del año, la recaudación alcanza los 252.927 millones de euros, una cifra que está tan solo un 1% por debajo de lo ingresado en todo 2022. “A falta de un mes para finalizar el año, el crecimiento de los ingresos en 2023 se cifra en el 5,5%”, señala el organismo.
El avance se produce pese a las generosas rebajas fiscales aplicadas para mitigar el golpe inflacionario, en particular las vinculadas a los suministros energéticos, y se debe sobre todo al buen comportamiento de los impuestos directos. IRPF y sociedades han crecido en términos homogéneos un 9,6% y un 10,2%, respectivamente, entre enero y noviembre, gracias a la fortaleza del empleo, las subidas de salarios y pensiones y la vuelta a los beneficios empresariales. Los ingresos por IVA, afectados por las reducciones antes mencionadas, se contrajeron ligeramente en el mismo periodo, mientras que los impuestos especiales se incrementaron un 2,5%.
Aunque el crecimiento es positivo en su conjunto, ya no tiene el brío del año pasado, cuando el repunte fue del 14,4%, empujado por un crecimiento más robusto de la actividad y las fuertes subidas de precios.
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